Popular 1 Nº 500
10 de agosto de 2016Aunque con un poco de retraso, rescatamos la reseña que hizo Ree Kohl en Julio de 2015 para Popular 1 con motivo del nº 500, donde relata uno de los discos que le marcó la vida al inicio de su adolescencia.
DEF LEPPARD: HYSTERIA (1987)
1988 fue un año jodido para mi. Con catorce años de edad y después de estudiar ocho años en la EGB, no había obtenido el graduado escolar por haber suspendido una asignatura ¡¡un poco de piedad por favor!!. Además, en una de mis primeras tardes de botellón, una chica me besó por primera vez, pero al día siguiente ya no quería saber nada de mi. Así que con este panorama tan oscuro, descubrí en verano de 1988 «Hysteria».
Era de los primeros discos que escuchaba en mi vida y quedé absolutamente atrapado. ¿Qué después de ocho años de estudiar, no había obtenido el puto diploma? Bueno, ¡¡a quién le importa después de escuchar «Animal» a todo trapo!! ¿¿¿Existe un estribillo que te ofrezca más energía que And I want and I need, and I lust animal ?? ¿Que me encontraba ante un amor no correspondido? Todo es superable con una canción como “Don’t Shoot Shotgun”.
Como decía, el disco es una auténtica delicia de principio a fin y desde «Women» hasta «Love and Affection» el casete de los Leppard sonó una y otra vez en mi Walkman, mientras recorría con mi bicicleta amarilla BH California la Barcelona pre-olímpica. En el disco todas las canciones son singles, con estribillos pegadizos, riffs contundentes, una producción muy trabajada y una banda en estado de gracia, lo que demuestra que calidad y comercialidad son absolutamente compatibles. A mi modo de ver, este disco define el sonido hard-rockero de los ochentas: baterías con sonido “gordo”, guitarras afiladas como cuchillas, melodías y coros absolutamente pegadizos, vitalistas y enérgicos. Además, siempre admiré a un batería como Rick Allen, que después de perder un brazo en un accidente, no desistió en su lucha por seguir siendo músico y también como su banda, esperó a que se recuperara para seguir adelante. Muchos músicos llorones que conozco en la actualidad, deberían seguir el ejemplo de Allen y no tirar la toalla ante la mínima adversidad.
Así que ahí queda «Hysteria», un disco que marcó mi adolescencia, que todavía escucho a menudo y con la misma intensidad que aquel lejano verano del 88.