Sherpa y ReeKohl en Rocksound

4 de julio de 2014

Existen conciertos donde los sentimientos superan cualquier obstáculo por complicado que este sea. Uno de esos acontecimientos que van más allá del simple recital tuvo lugar, hace tan sólo unos días, en Rocksound, una pequeña sala de conciertos barcelonesa y un lugar de referencia para los amantes de la música en directo. José Luis Campuzano “Sherpa”, el que fuera uno de los legendarios miembros de la formación clásica de Barón Rojo, se presentó allí con los Sherpientes –una banda tributo que le acompaña a menudo- para repasar su carrera ante varios de sus fieles seguidores.

Para preparar el ambiente primero actuaron Ree Kohl –el grupo liderado por el músico Jordi Ricol– y que acabó conquistando al respetable contra todo pronóstico. El simple telonero, obligado a esconder su talento para permitir lucirse al artista, sencillamente arrasó porque estos tipos llevan la música y el espectáculo en cada gesto, canción y segundo. No hubo tregua: bandera negra, no se hacen prisioneros. Presentados por Federico Navarro, periodista que ha coescrito varias de las letras del cancionero de la banda junto a Ricol, entraron a matar, tomando cautivo a un público poseído por una energía endiabladamente contagiosa.

A ello ayudaron las canciones pertenecientes a III (2013), el álbum que presentaban, una obra deudora de los mejores Def Leppard y que ha conseguido el unánime aplauso de la crítica. Desde “Superman Serenade” hasta “Wild Child” pasando por “I Wanna Live” o la excelente “Come Hell Or High Water” ese sonido que revive los años ochenta impregnó de optimismo el local. Impecable la sección rítmica integrada por Yuri Vargas y Jordi Steve, deliciosos los coros de la sensual Alexia Molina, brillantes esos solos firmados por Luigi Marsá y, presidiendo esta demostración de fuerza, un Jordi pletórico de voz y actitud. Sobresalientes.

Sorprendidos por todo esto, “Sherpa” y los Sherpientes se adueñaron del escenario. Algo fríos al principio, y con Campuzano cansado a causa de varios conciertos recientes a sus espaldas, iniciaron la actuación con un “Guerrero en el desierto” que se atragantó en la garganta del cantante madrileño. Sin duda, la fatiga del viaje podría estar jugándole una mala pasada. Por fortuna, la noche estaba planteada como una gran fiesta en honor de este mito del Rock y Jordi Ricol se unió al madrileño para bordar “Con botas sucias” y un sentido “Concierto para ellos”. Por su lado Digón se dejó piel, voz y cariño en “Casi me mato”. Amadeo ama la música porque una estrofa de una canción de Barón Rojo, precisamente la que lleva el nombre de ese as de la aviación, le hizo entender que el Rock era su vida y el escenario, su lugar.

Estas tres piezas insuflaron fuerzas a José Luis, cuyas cuerdas vocales empezaron a acomodarse mejor a las melodías y el rumbo de la noche se enderezó poco a poco. Ayudaron a dar lustre al conjunto los maravillosos solos de guitarra de Sergio NHT que se unió a los eficaces Luis Guio y Carlos Aparicio en la labor de envolver de música esos temas que forman parte de la educación sentimental de una generación. “Son como hormigas”, “Hijos de Caín” y “Los rockeros van al infierno” provocaron incluso la caída de alguna lágrima. Faltaron, por desgracia, himnos que los seguidores de ese aviador rockero aman tanto como su vida –“Tierra de nadie”, “Pico de oro” o “Breakthoven” serían tres ejemplos-, y eso hizo que el repertorio supiera a poco.

También quedó en anecdótica la representación de su última obra de estudio –el interesante Transfusound (2013)-, del que sólo sonaron un par de cortes.

Curioso. Pero este hombre puede alimentar sus conciertos de su etapa en Barón Rojo, igual que su admirado Paul McCartney lo hace con los Beatles, porque aquellos clásicos son tan suyos como la de ese grupo que ahora vuela sin él en un viaje a ninguna parte. Al fin y al cabo, siempre nos quedará el recuerdo de una imagen: toda una sala unida cantando junto a “Sherpa” y sus chicos esa pieza que evoca tantas emociones, la esperada “Siempre estás allí”. Lo dicho, sentimientos.

Crónica por: Claudia Daluz
Fotos: Maria José